"No somos más buenos, más débiles ni mas listos.
Simplemente, ROMÁNTICOS con esta pasión"
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Aquí estamos… jugando al tinenti con granadas. Aquí estamos... tanteando no pisar las bombas del camposanto minado. Donde soñaron un redondel herrumbrado despedazado de hormigón. Se elevará eterna nuestra pirámide ovalada del Central Argentino. Allí donde nos profetizan un camposanto lleno de cruces. Se elevarán en ramas miles de brazos para clavar nuestras uñas en las tumbas de la gloria. No estuvimos alguna vez allí pero lo estaremos, claro. Sin saber jamás que es la vigilia o el sueño, la vida o la muerte. Esta pulsión llamada Mitre… ¿Es algo que viene del infinito o de adentro de nosotros mismos?
Aquí estamos, sin poder discriminar demasiado si este temblor que llevamos en el cuerpo es del frío de nuestros huesos, la rabia o la emoción. Con nosotros, no. No hay clase inferior, para esta multitud.
¿Fantasma de qué?. Que no haya terrores terrenales porque no hay muerte, cuando hay muerte enamorada. Sigo con mi garganta anudada, cerrada, pero no hay confusión posible: que la misma soga que hoy me asfixia es la misma con la que voy a estrangular el pánico. Este dolor en el pecho, tan parecido a la angustia, es un derrame de lava volcánica en erupción. La liquida casaca celeste que nos quema es donde se fragua la invencible espada con que cortarle la cabeza al espanto. Que sea igual a la que usó París para matar al valiente Héctor. Allí quedaran vencidas todas las infamias del inconsciente que nos quiere plantar otro destino. Sea como fuere, Mitre siempre estará en el Olimpo del fútbol. Se olvidan que el amor es inescrutable. No podrán contra su poderosa vida. No. Los amores cobardes, no llegan a amores. No se le puede ganar a la sonrisa de un país de niños que aman las pisadas de un número 10.
¡Con nosotros, no!. Soy de Mitre. El más grande, el de 60 años de historia y algunos días adversos. Acá donde la historia del futbol dejó rastros de templo sagrado. Acá donde la tempestad querrá fisurar sus cavernosas grietas y sin embargo la masa humana se hará pared. Acá volarán papelitos como gorriones para aterrizar en pistas de colchones de letras de molde.
Que nadie se detenga, ni se aparte. Que no vengan abatidos sino latidos y tambores. Allí quedaran vencidos todos los fantasmas.
En las tumbas de la gloria, tantas veces sembradas y tantas veces gambeteadas por nuevas flores. Nuestro corazón volverá a florecer una y otra vez, infinitas veces. Gracias a la chispa Celeste, esa manera de darnos vida eternamente… tan explosiva e insensatamente.
El que acepta su locura cree en los milagros.