¿Qué
locura es esta? Soñé que me estaban velando, en un lugar exótico lejos del Central
Argentino. Alguien me aplastaba. Y de repente aquí estoy juntando mis
propias cenizas como si fueran papelitos para recibir a Mitre el domingo frente
a Huracán. Las sensaciones que dispara el Celeste trascienden no solo el manual
del futbol, he hecho en este año cursos acelerados de psicología, astrología,
física cuántica y esoterismo, sin llegar a dar en el clavo sobre cuál de
ellas es la herramienta más conveniente para analizarlo. Con el sentido común,
no hay caso. Detrás del fenómeno Mitre se mueven fuerzas ocultas.
¿Cómo es que esta sombra que me persiguió desde principios de
temporada, estando más muerto que vivo, sin energía vital, y ahora esté aquí de
nuevo reconstruyendo una nueva esperanza?. ¿Quién recogió mis partes
olvidadas que fui dejando en cada cancha? ¿Quién explica esta sensación de
renacimiento? ¿Quién sos Mitre para que te sienta tan lejano, ausente y
desteñido, casi un desconocido y de repente surja nuevamente esta necesidad de
abrazarte como uno se abraza a la vida, al amor? ¿Quién sos? ¿Cómo llegamos durante tantos años hasta aquí?
¿Qué es esta cosa tan perversa y atractiva que nos une? ¿Cómo es esto qué en un
par de domingos, tal vez, que de nuevo juntos quizás esa “alegría” que nos
debemos aparezca?
Tengo una sola respuesta. Cuando las palabras, la razón y el
sentimiento no alcanzan. El mito es la única explicación de lo inexplicable.
Así lo entendieron los egipcios y el resto de las culturas de Occidente. El ave
Fénix está con nosotros. Ese ave mitológica cambió su plumaje por uno con una
tonalidad totalmente celeste.
Pajarereó entre esa gente que cada domingo copa cada cancha
donde juegue Mitre, la misma que durante 6 años produjo una “revolución”. Creyó
que no era justo tanto dolor. Sintió que había que bajar, que “ya habían
pagado en vida”, la ausencia durante 21 años. Que ya no más. Lo conmovieron
esas miradas perdidas que lo decían todo. Que ellas hablaban por si
mismas: decepción, desesperanza, impotencia, más que bronca. Ni siquiera el
enojo se podía soltar. ¡Hasta ese castigo, amputado!
Esto no es Mitre (se dijo el pájaro sagrado). Hablaba de esos
once espectros que deambulaban en las primeras fechas. Sin futbol, sin actitud,
ideas, momificados, inconexos, sin reacción. Como poseídos por ese “viejo
fantasma” que lo mantiene atado en las horas cruciales del regreso a su
gloriosa historia. ¿No será tiempo de recuperar un poco la memoria? Es hora de
aprovechar este empujoncito que nos dio el mito. Mitre deberá reasumir su
“protagonismo”, el “heroísmo” y desplegar el coraje que lo haga
trascender. Sentir que hay posibilidades. Que vinieron del más allá. Pero
con los pies fríos y el corazón caliente. A la aceleración la serenidad. A
la abulia el temperamento. A las individualidades el espíritu de equipo.
El ave Fénix
no pasa dos veces. Su enigma es que para “Revivir” y encender su fuego sagrado,
hizo llama de las cenizas y guarda el poder curativo en sus lágrimas. Esas
mismas que derramamos en muchas ocasiones y hoy ya empiezan a sentirse
como reparadoras. Las que me ayudan a explicar lo inexplicable.
Que el alma me volvió al cuerpo. Que estos dedos recuperaron su sangre para
teclear y pueden intentar escribir algún pensamiento positivo. Y que mi
corazón empieza a sentir otra vez, algo muy grande que no es tristeza
específicamente. Es ese amor incondicional que parecía haberse ido. Que me hizo
sentir muerto y de repente desperté… pensando que lo anterior no fue
verdad. Apenas una pesadilla. Y que entre nosotros Mitre, a ver si nos
entendemos… solo hay amor eterno.